En el mundo jurídico, es común encontrarse con diferentes acepciones o significados para una misma palabra. La palabra “sucesión” no es la excepción. En un sentido general, se refiere al acto de continuar o seguir a alguien o algo. En el ámbito del Derecho, la sucesión se relaciona con la transmisión de bienes, derechos y obligaciones de una persona fallecida a su sucesor. También existe el concepto de sucesión como un proceso legal para cumplir la voluntad del testador y adjudicar los bienes heredados. A veces, esta complejidad de términos puede dificultar la comprensión de los procesos de sucesión.
Para aclarar este tema, es importante destacar que un testamento no constituye una sucesión en sí misma. El testamento es simplemente un instrumento legal que registra la voluntad de una persona en un momento específico: quién desea que sea su sucesor. Esta voluntad puede cambiar en cualquier momento y es posible realizar nuevos testamentos con diferentes disposiciones.
Es común creer que elaborar un testamento es suficiente para evitar problemas en la familia después del fallecimiento. Sin embargo, un juicio sucesorio puede ser necesario para cumplir con la voluntad expresada en el testamento. Este juicio puede seguir dos vías: testamentaria (cuando se respeta el testamento) e intestamentaria (cuando no hay testamento o es impugnado). Además, los juicios sucesorios pueden implicar costos considerables en honorarios de abogados y notarios, así como trámites legales y pagos de impuestos. También existe el riesgo de que el testamento sea impugnado, lo cual puede afectar los deseos del testador.
Es importante reflexionar sobre la complejidad de la sucesión en nuestro patrimonio y evaluar si realmente necesitamos un testamento. Para ello, es recomendable consultar a un profesional experto en la materia. Existen opciones que pueden ayudar a simplificar la sucesión y reducir costos, como las donaciones con reserva de usufructo. Mediante esta figura, es posible transferir bienes manteniendo el derecho de uso durante la vida del donante. También se puede considerar el uso de fideicomisos con cláusulas sucesorias, los cuales ofrecen mayor protección y evitan impugnaciones. Además, si se trata de una empresa familiar, es fundamental institucionalizarla mediante estatutos, órganos de administración y protocolos familiares para evitar conflictos y garantizar una transición exitosa.
En el contexto de las empresas familiares, la sucesión no se limita únicamente a la transferencia del patrimonio, sino que también implica la sucesión directiva, es decir, el traspaso del liderazgo y la gestión de la empresa de una generación a otra. La sucesión patrimonial se refiere a la transferencia de los activos y bienes de la empresa a los herederos, mientras que la sucesión directiva implica la transición de responsabilidades y liderazgo dentro de la organización.
Para abordar adecuadamente la sucesión en una empresa familiar, es esencial institucionalizarla. La institucionalización implica establecer una estructura sólida y procesos claros que permitan una transición suave y exitosa en el liderazgo de la empresa. Esto implica la implementación de mecanismos de gobierno corporativo, la creación de órganos de gobierno como consejos de administración y la elaboración de protocolos familiares.
Una parte fundamental de la institucionalización es definir y comunicar claramente los roles, responsabilidades y criterios de selección para los futuros líderes de la empresa. Esto implica identificar y desarrollar a los sucesores potenciales, tanto dentro como fuera de la familia, y proporcionarles las oportunidades de capacitación y experiencia necesarias para asumir roles directivos. Al hacerlo, se evita la incertidumbre y los conflictos relacionados con la sucesión, y se prepara a los futuros líderes de la empresa de manera efectiva.
Además de la sucesión directiva, es fundamental considerar la sucesión patrimonial y su impacto en la continuidad del negocio. En este sentido, la planificación y estrategias de sucesión patrimonial son clave. Esto implica determinar los mecanismos de transferencia de acciones o participaciones, establecer acuerdos de accionistas o protocolos familiares que regulen la propiedad y el control de la empresa, y abordar temas relacionados con la distribución equitativa de los activos entre los herederos.
La institucionalización de una empresa familiar facilita tanto la sucesión directiva como la patrimonial. Al establecer estructuras de gobierno sólidas y claras, se fomenta la toma de decisiones transparente y la continuidad en la gestión de la empresa. Esto proporciona estabilidad, minimiza los riesgos asociados con la sucesión y contribuye al crecimiento y desarrollo sostenible de la organización.
Es importante destacar que la institucionalización no debe ser un proceso aislado, sino que requiere un enfoque continuo y proactivo. Las empresas familiares deben estar dispuestas a adaptarse y evolucionar a medida que cambian las circunstancias y las necesidades de la familia y el negocio. Además, contar con el apoyo de asesores externos con experiencia en gobierno corporativo y sucesión en empresas familiares puede ser de gran ayuda para facilitar el proceso y garantizar su éxito.
En resumen, la sucesión en las empresas familiares abarca tanto la transferencia patrimonial como el traspaso del liderazgo. La institucionalización de la empresa es esencial para facilitar estos procesos y asegurar la continuidad del negocio. Mediante la implementación de estructuras de gobierno corporativo, la identificación y desarrollo de sucesores potenciales, y la planificación adecuada de la sucesión patrimonial, las empresas familiares pueden enfrentar los desafíos de la sucesión con mayor confianza y preparación, asegurando así la continuidad y el éxito a largo plazo.